No te puedo querer más de lo
que me quiero a mí misma, ni mucho menos quererte cuando tú no quieres que te
quiera.
Durante demasiado tiempo
dejé a un lado mi orgullo y permití que fuera pisoteado innumerables veces. Hice
la vista gorda a tus desprecios y desplantes, me menosprecié en más de una
ocasión y me arraigué a la idea de que siempre estaba atrás o por debajo de ti.
Qué tonta y tan poco propio
de un león, lo sé.
Mi error y culpa fue aceptar
todo y aún así seguir abriéndome cuando tú no hacías más que cerrarme la puerta
en la cara. Aún pretendes jugar a ilusionarme, creyendo que siempre estaré ahí
esperando por ti.
Lo lamento por ti.
“We accept the love we think we deserve” – Stephen
Chbosky
Dejé que el vaso se colmara
y luego que se derramara gota a gota. Hoy, ya empapada y con un desastre colosal
que limpiar, me cansé de mendigar un amor que se queda corto con respecto a lo
que merezco. No merezco tu indiferencia ni tus maltratos. No merezco el vacío
que me queda por dentro cada vez que estoy contigo. No merezco que me hagas
sentir menos, que soy “otra más del montón” ni mucho menos que no valgo tu
tiempo.
Y créeme, lo lamento por ti.
Porque por fin comprendí que no me mereces.
No mereces mi cariño ni mi
atención. No mereces mi tiempo, mis lágrimas ni mi preocupación. No mereces mis
noches en vela, ni mucho menos mi pie de limón.
Si en algún momento me prestaste
atención, sabrás que tienes la ventaja de que no soy rencorosa, que tarde o
temprano dejo ir las cosas. Pero también sabrás que el cariño jamás será igual
ya que una vez que rayas una hoja de papel, por más que intentes borrarla,
quedará la marca.
Tú te lo pierdes, cariño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario