No quiero que me idolatres, eso me pone nerviosa.
Es inevitable que al principio todo sea color rosa. Te
he dado la oportunidad de que me conozcas y he sido tan sincera y abierta cómo
mi naturaleza desconfiada lo permite, pero entiende que aún es muy pronto para
que creas conocerme.
Conozco mis demonios internos y sé que éstos no se
muestran tan fácilmente. Por ende, no creas que puedes aceptarlos ni mucho
menos lidiar con ellos cuando aún no los has conocido en persona.
Mis opiniones sobre diversos temas y aspectos de la
vida son apenas una mínima parte de quien soy. Dudo que eso te pueda dar una
idea totalmente certera de mi forma de afrontar el día a día.
Lo que te digan una o dos de mis amigas tampoco es muy
confiable, cada una tiene una forma bastante única de apreciarme.
Realmente me alegra que simplemente te agrade todo lo
que has visto de mí hasta los momentos, pero inconscientemente (aunque muy
evidente a mis ojos) me estás poniendo en un altar.
Y por favor, no lo hagas. Estás poniéndome un gran
peso sobre mis hombros. No quiero decepcionarte pero no pretendo frenar ni
pretender algo que no me nace.
Si en verdad me has llegado a apreciar, no
saques conclusiones sobre mí de forma acelerada y hazte la idea de que soy
humanamente imperfecta.