«Only three types of people tell the truth: kids, drunk people, and anyone who is pissed the fuck off." — Richard Pryor»

lunes, 29 de diciembre de 2014

2014

Quienes en verdad me conocen, saben que soy una entusiasta de las listas, notas y cartas. Usualmente las escribo con el fin de organizarme y a la vez dejar constancia de mi yo presente y de mis expectativas con respecto a diversos temas.

Anoche decidí hacer una lista de todo lo que aprendí este año. En un principio pensaba que estaba lejos de ser considerado uno de los mejores de mi vida y que debido a las pocas nuevas experiencias se podría decir que desperdicié mucho mí tiempo. Al final me di cuenta que a pesar de ello, fue un año muy provechoso en cuanto a aprendizaje tanto académico como personal. He aquí lo más resaltante:

1. Atreverse sin pensarlo mucho, vale la pena. Entre más espontaneo sea, más durará la sonrisa. 

2. Cuidar a las personas que quieres está bien pero ponerlas por encima de ti, tus intereses o paz personal, no lo está. El egoísmo y el amor propio son cosas totalmente diferentes. 

3. Evadir las responsabilidades que no te gusten no sirve de nada. La clave está en sacar lo mejor de ellas y si no es posible, acompañarlas con algo que te guste. 

4. Para todo hay tiempo, siempre y cuando sepa distribuirlo. 

5. Al discutir con alguien, bájale dos al drama y tómate las cosas con calma. De esa forma saldrás bien parada.

6. Puedes verte tan bonita o fea cuando quieras. Cada quien decide cuan alto o bajo quiere que sea su perfil. 

7. Nadie es inmune a desatornillarse por alguien. 

8. Huir no es la clave para superar algo o a alguien. Por más doloroso que sea, es preferible afrontar la situación y permitir que sea el mismo malestar el que ayude a sanar. 

9. No hay que tener en un altar a nadie. 

10. Entre más independiente seas, más satisfacciones tendrás.

11. Bajo ninguna circunstancia debes menospreciarte por nadie. 

12. Las primeras impresiones pueden engañar.

13. Es preferible no mezclar tus grupos de amigos. 

14. Las putas sufren y lloran, pero siguen siendo putas. Si puedes ayudar, ayuda pero siempre recuerda que un tigre no cambia sus rayas. 

15. Ser adulto no implica que nunca más disfrutarás de la inocencia de la infancia. Lo harás, pero desde otra perspectiva.

¡Tequila para el 2015!

viernes, 12 de septiembre de 2014

LO ÚNICO QUE SUPE DE KAZUKA

Nadie sabía por qué lo llamaban Kazuka y sólo unos pocos conocían su verdadero nombre. Huérfano de madre, Ernesto lo acogió en su casa cuando apenas contaba con doce años. 

Por una larga temporada vivió en el pueblo de San José bajo el mismo techo que la pequeña hija de Ernesto, Gigi, a quién solía pasear en el cochecito y le cantaba canciones de cuna.

Con el pasar de los años, el relleno, moreno y bajito Kazuka se fue de la casa de esa madre que no era suya. De él sólo se supo que pasó temporadas trabajando en una que otra hacienda y que luego vendía aliño y orégano molido.

Le llegó a enviar a Gigi tortas para su cumpleaños y cuándo ésta cayó enferma, él no encontró el valor de ir a verla pese a que siempre decía a todo el que la conocía que pronto iría.

En vida nunca la volvió a ver y entregado a la bebida él también se fue después. 

-

La primera vez que escuché de Kazuka, fue de la boca de mi abuela. Para ese entonces ya ni mi madre ni él rondaban por este mundo.

Lo que me causó mayor impresión fue el hecho de que pese al cariño que ambos se tenían, nunca llegué enterarme de su existencia por mi madre.

Ciertamente no me interesa la relación entre mi madre y ese personaje, sino el hecho de que ella nunca me haya hablado de él.

Es cierto que nos cruzamos con cientos de personas a lo largo de nuestras vidas y es normal que consideremos innecesario recordar a todas y cada una de ellas y mucho menos contarle a otros la conexión que llegamos a tener con cada uno de esos individuos.

Tal cosa me hizo caer en cuenta de que nuestra existencia es mucho más efímera de lo que parece ya que no se necesitan un montón de años después de nuestra muerte para que inicie el proceso de ser borrados de este mundo.

Este proceso de ser olvidados en el tiempo comienza mucho antes de nuestra desaparición terrenal, y muchas veces es por parte de personas que han sido muy allegadas a nosotros, a quienes les hemos tenido gran aprecio o incluso, con personas con las hemos llegado a vivir bajo el mismo techo.  

Y esto se debe a que de forma consciente o inconsciente, no consideráramos necesario volver a mencionar a ese alguien a otros, de manera que en algún momento el tiempo se encargará de simplemente desvanecer la existencia de tal relación.

Conclusión: Podemos ser una parte importante en la vida de alguien pero en algún punto, a los ojos de otros, no haberlo sido nunca. Y así, poco a poco nos vamos borrando

lunes, 25 de agosto de 2014

EDADES INCOMPATIBLES BAJO UN MISMO TECHO

Es una lástima que huir a Nunca Jamás no sea posible y convertirse en uno de los Niños Perdidos no sea una opción...

Mi hermano tiene 15 años...

La adolescencia es la etapa de transición entre la niñez y la edad adulta, caracterizada por el descubrimiento y desarrollo de la propia identidad, la autonomía individual y por ser "a pain in the ass" tanto para el adolescente en sí como para los individuos que tienen la desgracia de convivir con uno, ya que no es fácil lidiar con tantas responsabilidades, la rebeldía, y mucho menos con el caos emocional permanente.

Yo tengo 20 años...

Lo bueno de crecer es que es algo que no se detiene en ningún momento y en un abrir y cerrar de ojos saltamos de una etapa a otra y sin darnos cuenta atravesamos la adolescencia y entramos en lo que es la edad adulta. Lamentablemente ésta etapa no es menos complicada que la anterior.

Recientemente cumplí 20 años y la forma en que recibí y celebré el día de mi cumpleaños se ajusta bastante bien a mi percepción de lo que ha sido hasta ahora mi día a día de una adulta joven: Una mezcla poco proporcional entre un exceso de obligaciones, pocas diversiones y falta de tiempo para descansar. A ésto se le anexa el desajuste emocional que arrastro de la adolescencia y la necesidad (y exigencia) de independizarme lo antes posible más la frustración a causa de la imposibilidad de ello debido al sin fin de problemas económicos, políticos y sociales que azotan al país. 

Mi papá tiene 52 años...

Existe algo llamado popularmente "La Crisis de la Mediana Edad" la cual no es más que una adolescencia en plena edad adulta. Esta etapa se caracteriza por ser una mezcla entre la adolescencia, la edad adulta en sí y una dosis elevada de ridiculez. 

Los individuos que atraviesan por esta etapa tienden a tornarse rebeldes, emocionalmente inestables, se muestra hostiles hacia sus responsabilidades y comienza a actuar no acorde a su edad. Adoptan frases como "Eso no es tu problema", "Yo no tengo por qué darte explicaciones" y "Yo hago lo que me de la gana" que son dirigidas y repetidas constantemente a sus hijos. Reunirse con viejos amigos que pasan por la misma crisis se vuelve una constante, luego crean grupos en WhatsApp donde planifican salidas a las discotecas de moda, bares, sesiones de bailoterapia y yoga. Invaden las redes sociales, comienzan a hacer spam en Facebook de recetas de cocina que nunca harán, se toman selfies compulsivamente y escuchan música estridente. 

De por sí, en todas las familias suelen haber ciertas confrontaciones, pero lo cierto es que convivir bajo un mismo techo nunca había sido tan exasperarte.  


miércoles, 23 de julio de 2014

MALAS VIBRAS Y UN PERRO CALLEJERO

Por diversas circunstancias, mi estado de ánimo estuvo divagando bajo el subsuelo los últimos días. De mí manaba un aura oscura que solamente atraía malas energías que de alguna manera terminaban materializándose en forma de exámenes aplazados, dinero perdido, golpes en la cabeza, raspones, cortadas, caídas y peleas con cualquiera que tuviera la osadía de intentar dirigirme la palabra más de lo estrictamente necesario.

Finalmente la depresión terminó venciéndome, y esta mañana yo no era más que un ser apático sentado en el piso de la universidad, criticando a cuanta alma inocente me pasaba por el frente mientras esperaba que fuera la hora de irme.

Fue entonces cuando ocurrió una situación muy curiosa: Estaba a unas teclas de enviarle a mi mejor amiga un mensaje diciéndole que me sentía muy sola cuando a pocos centímetros de mi cara apareció un perro callejero intentando lamerme el rostro. Inmediatamente intenté apartar al perro, pero éste insistía en estar prácticamente encima de mí. Después de forcejear un buen rato en vano, de intentar levantarme del suelo y de gritarle al perro que no tenía comida que darle, me rendí y terminé acariciándolo.

El perro aceptó la caricia y no fue hasta que a mí me dio un ataque de risa que se paró y se fue. 

Bastó esa situación absurda para que mi estado de ánimo cambiara completamente. Me causó mucha gracia pensar que el perro haya sentido lástima de mi soledad y por eso decidiera "hacerme compañía". Quizás simplemente quería que lo rascaran, pero al fin y al cabo esa situación me hizo comprender que mi soledad se debía a que yo era la que estaba buscando estar sola y aunque me hubiesen sucedido experiencias muy amargas en lo últimos días, yo no había hecho nada por lo cual me pasara algo bueno.

Tal vez todos esos golpes y raspones eran una forma del universo de decirme que yo era quién estaba haciendo las cosas mal. 

Moraleja: Yo soy la única responsable de atraer buenas o malas vibras a mi vida y el perro sí es el mejor amigo del hombre.